lunes, 3 de marzo de 2008

COLUMNAS MARZO y ABRIL 2008



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COLUMNAS DE
MARZO Y ABRIL 2008
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Letras al sol
El Contrasueño de Carlos Sánchez Ocampo
Para quienes disfrutamos del raro placer de recorrer el Centro, como un ejercicio de encuentro con la ciudad y con uno mismo, se ha vuelto común —aunque nunca aceptable— encontrar las calles hechas un basural y un mar de indigentes (que no de desechables, como los nombra el odioso término acuñado hacia los años 90).
Iván de J. Guzmán López , * iguzman2007@une.net.co , http://idejeguz.blogspot.com/
EL MUNDO, Medellín Sábado , 26 de Abril de 2008
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Son calles apocadas (por ejemplo, la calle Colombia, hasta las seis o siete de la mañana), con tendales sobrecogedores de indigentes; son “dormitorios” extensos donde la desolación humana (sí señores, humana) se cubre con cartón o mantas raídas y sucias, que la gente mira indiferente o (más bien) ajena al drama. Así, la ciudad muestra su más triste cara de desolación y de pobreza; la ciudad parece entonces una ciudad en guerra, o víctima de una rara enfermedad, digna de las novelas de Alberto Moravia o de Knut Hamsun, el inolvidable autor de Pan, Hambre, victoria, o Vagabundos.
“La calle ha ido perdiendo colores como cuando se aproxima la noche. Estoy sentado en mi trozo de acera enfrentado a la muerte y a sus aterradores poderes, pero no tengo miedo. Resisto solo, desgajado de todo afecto que no sea el ramalazo de compasión de algún transeúnte. Resisto agarrado a mi piel que es bandera contra el desahucio. Piel mía, girón de piel, hermanita… ¿Qué hora será? Es raro que me interese por el tiempo. No lo necesito para nada. Yo no vivo con los días jueves o viernes, ni sobre ellos, ni por ellos. El tiempo ya no me interesa para nada. Lo que siento importante para mí son estos dos palmos de acera donde defiendo mi vida.
…No puedo descuidarme un solo instante. Puede reventar mi piel hinchada,
atosigada de líquidos. A veces siento que estoy quedando sin alma y sin piel.
Sin embargo, piel mía, hermanita, ahí sigues defendiéndome, colgada a los
huesos de mi voluntad. Mi esqueleto, visto desde afuera, debe parecer un
chamizo cargado de trapos… Un espinazo”.

Este desgarrador fragmento del relato titulado Monólogo del que muere en la calle, hace parte del libro El contrasueño, historias de la vida desechable, escrito por el periodista Carlos Sánchez Ocampo y reeditado en septiembre de 2007 (la primera edición fue hecha por la Universidad de Antioquia en 1993. Imagen a la izquierda), por Pregón Ediciones. Son 33 crónicas dolorosas por el verismo y la realidad citadina que descubren; relatos donde se reconcentra el dolor, el abandono y la indiferencia, muchas veces peores que el ultraje, la tortura o el asesinato. Son breves y sápidas historias, si se mira la maestría del lenguaje, la carga filosófica y brutal, escritas con oficio y amor por la forma como se narran, a la mejor manera del periodismo moderno, tal como lo propusiera Joseph Pulitzer, desde el 10 de mayo de 1883, cuando firmó la compara del periódico The World.
Carlos Sánchez Ocampo es de esos periodistas que escasean en nuestro medio; de esos carentes de burbuja, comodidades y reconocimientos; lejos de los escritorios se da a recorrer la ciudad, el campo, el país y el continente, para vivir y narrar con pasión los dolores, las tristezas y las pocas alegrías de los que nada tienen, de los desposeídos, de los que el lenguaje, en su riqueza peregrina, arropa con un término lastimero, pero real: “desechables”. Desechables como cualquier mercancía en desuso, obsoleta, inservible. Con un yo destrozado, con la esperanza muerta. El término, al fin y al cabo, expresa con exactitud la mirada de la sociedad. Podrán inventar eufemismos variopintos, pero mientras la mirada oficial y ciudadana no sea la mirada del autor, difícilmente la palabra desechable, pasará a la categoría de arcaísmo.
Al leer las crónicas de Carlos Sánchez Ocampo, vuelve a mi memoria el hermoso poema La ciudad, del cercano poeta griego Constantino Kavafis:
Dijiste: “Iré a otro lugar, a otro mar. / Otra ciudad mejor que ésta he de hallar. / Todo esfuerzo mío es una condena escrita; / y está mi corazón –como un muerto– sepultado. / Hasta cuándo permanecerá mi espíritu en este marasmo. / Donde vuelvo mis ojos, donde quiera que mire / veo las oscuras ruinas de mi vida, / donde tantos años pasé y destruí y perdí”.
No hallarás nuevas tierras, no hallarás otros mares. / La ciudad te seguirá. / Vagarás por las mismas calles. / Y en los mismos barrios te harás viejo / y en estas mismas casas envejecerás. / Siempre llegarás a esta ciudad. Para otro lugar –no esperes–, no hay barco, para ti, no hay camino. / Al arruinar tu vida aquí, en este pequeño rincón, / la habrás arruinado en toda la tierra.
Nacido en 1957, nuestro autor a publicado, además del libro mencionado, los siguiente trabajos: Yendo y viniendo y así, serie de reportajes a pueblos de Colombia, finalista en el concurso de periodismo Germán Arciniegas, año 1995;
Santificad las fiestas, Serie de reportajes escritos y fotográficos (fotografías de Elizabeth Mejía) sobre fiestas populares colombianas, publicado en 1998, por El ministerio de Cultura de Colombia; Argentina rostros mixtos y mutantes, nominado al premio de la Fundación Nuevo Periodismo Iberoamericano, año 2004; e Intemperies, obras de arte y esculturas del espacio público de Medellín. Crónicas, 2007.
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LETRAS AL SOL
Balfour Stevenson:novelador de aventuras
Iván de J. Guzmán López Iguzman2007@une.net.co http://idejeguz.blogspot.com/
EL MUNDO, Medellín, Abril 19, 2008 ver detalle
http://www.elmundo.com/sitioweb/noticia_detalle.php?idcuerpo=2&dscuerpo=La%20Metro&idseccion=18&dsseccion=La%20Movida&idnoticia=82370&dsnoticia=Balfour%20Stevenson:novelador%20de%20aventuras&imagen=&vl=1&r=la_movida.php
Si algo maravilloso nos ofrece la literatura es su capacidad para crear y recrear. Esta sentencia encuentra eco en el aforismo: “todo aquello que el hombre es capaz de imaginar, es susceptible de suceder algún día”.
Por complemento, se dice que “en algunos casos la realidad supera la ficción”. Las anteriores disquisiciones vienen a cuento, a propósito de una novela tan bella y rica como La isla del tesoro, y de cuentos tan preciosos y aleccionadores (y tan puristas, desde el punto de vista del lenguaje) como El diablo de la botella o El extraño caso del Dr. Jekyll y Mr. Hyde de Robert Louis Balfour Stevenson.
Estas joyas literarias desarrollan con maestría especial uno de los temas fundamentales de la literatura universal: el bien y el mal. A principios del otoño de 1885 las ideas de Stevenson giraban en torno al concepto de la dualidad del hombre y cómo incorporar el bien y el mal en una obra. La isla del tesoro, es una fascinante historia que gira alrededor de la búsqueda de un tesoro enterrado, y que presenta el bien bajo el prototipo de un chico llamado Jim, quien a su vez debe descubrir por sí mismo la cara del bien entre sus amigos y la del mal entre los piratas Pew y Long John Silver.





En El extraño caso del doctor Jeckyll y mister Hyde el bien y el mal cohabitan en una sola persona: dos personalidades que encubren, la una, el bien; la otra, el mal. El médico Henry Jeckyll, siguiendo la hipótesis de que es posible polarizar y separar estos dos componentes del yo, creó una poción que podía transformar a una persona en la encarnación de su yo maligno, consiguiendo al mismo tiempo depurar su lado bueno. Después de ingerir la pócima, Jekyll perdía estatura, adquiría un aspecto desagradable, y su naturaleza malvada se hacía dominante; a esta “persona” la llamó Edward Hyde. Después de unas cuantas transformaciones a Hyde, y viceversa, Jekyll se acostumbró a realizar regularmente la metamorfosis con el fin de poder entregarse a placeres oscuros, que nunca se permitiría en la persona de Jekyll.

En El diablo de la botella, la codicia, la riqueza y la desesperación conviven en tanto...en el interior de la botella habita un demonio, y ese demonio le concede al tenedor cualquier deseo, excepto alargarle la vida. Si el dueño de la botella muere sin venderla, será llevado al Infierno.

La novela y los cuentos citados hacen parte de la obra clásica ¡cómo no!, del escritor escocés Robert Louis Balfour Stevenson, nacido el 13 de noviembre de 1850. Proveniente de una familia acomodada, nuestro autor era, a la edad de ocho años, totalmente analfabeto debido a la precaria salud de su madre y la suya misma, pero, por fortuna, sus obligados y largos períodos de convalecencia al cuidado de su nana Alison Cunningham, posibilitaron su temprano acceso a la literatura, a través de los muchos relatos de aventura que esta le hacía.

De adolescente acompañó a su padre en frecuentes viajes por el mundo, lo que influenciaría su posterior gran obra, así como su trabajo ensayístico, breve, pero decisivo en lo que se refiere a la estructura de la moderna novela de aventuras. Estudió ingeniería náutica, más por demanda del padre, que era ingeniero. Pronto la cambió por el Derecho, pero su interés estaba realmente puesto en la literatura. Los síntomas de la tuberculosis aparecieron en 1875; esta enfermedad marcaría su vida, su carrera literaria y finalmente lo llevaría a la tumba. El aserto lo confirman sus quejosas palabras: “Durante catorce años no he conocido un solo día efectivo de salud. He escrito con hemorragias, he escrito enfermo, entre estertores de tos, he escrito con la cabeza dando tumbos”.

En 1878 publicó su primer libro; a los 30 años se casó en Francia con la norteamericana Fanny Osbourne; con ella vivió en el lejano Oeste, donde escribió historias de viajes, aventuras y romances. Finalizando el año, la salud de Stevenson comenzó a empeorar. Entonces se mudaron a Edimburgo, luego a Davos, en Suiza, y finalmente a una finca que su padre les regaló en el balneario de Bournemouth. Tres años después partieron a Nueva York, donde Stevenson hizo buena amistad con Mark Twain, autor del famoso libro Las aventuras de Tom Sawyer. Tras una breve estadía en San Francisco, viajan a las islas del Pacífico Sur, donde finalmente se establecen. En la isla Samoa entabla buena relación con los aborígenes, quienes lo llaman “Tusitala”, que significa “el que cuenta historias”.

Su vida fue un ejercicio continuo del relato clásico de aventuras, donde el carácter y la acción de los personajes; su estilo elegante, casi purista y sobrio, su tema fundamental, el bien y el mal, y sus descripciones espléndidas, influyeron en escritores tan grandes como Jorge Luis Borges. Entre sus obras, aparte de las ya citadas, están: Las aventuras de David Balfour, Cuentos de los mares del sur, La resaca, El Conde de Ballantrae, Los hombres alegres y otros cuentos, Fábulas, La flecha negra, Las nuevas noches árabes, La caja equivocada, El dique de Hermiston, El ladrón de cadáveres, Un viaje al continente, Bajamar, y Noches en la isla.
El gran novelador de aventuras murió en la isla de Upolu, perteneciente a las Islas Samoas, el 3 de diciembre de 1894, víctima de una hemorragia cerebral. Enterrado en el monte Vaea, en cumplimiento de su voluntad, puede leerse en su tumba este poema - epitafio:
Bajo el inmenso y estrellado cielo, / cavad mi fosa y dejadme yacer. / Alegre he vivido y alegre muero, / pero al caer quiero haceros un ruego: / que pongais sobre mi tumba este verso: / “Aquí yace donde quiso yacer; / de vuelta del mar está el marinero, / de vuelta del monte está el cazador”.




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Imagenes tomadas de : http://www.notablebiographies.com/images/uewb_09_img0659.jpg
http://forbiddenplanet.co.uk/blog/wp-content/uploads/2007/03/stevenson.jpg









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LETRAS AL SOL
Nicolás Guillén, poeta nacional de cuba
Por la sangre de Manuel Zapata Olivella, o la de Jorge Artel, se llega a la de Nicolás Guillén, Poeta nacional de Cuba.
Iván de J. Guzmán López * iguzman2007@une.net.co , http://idejeguz.blogspot.com/
EL MUNDO, Abril 12, 2008
http://www.elmundo.com/sitioweb/noticia_detalle.php?idcuerpo=2&dscuerpo=La%20Metro&idseccion=18&dsseccion=La%20Movida&idnoticia=81740&dsnoticia=Nicolás%20Guillén,%20poeta%20nacional%20de%20cuba&imagen=&vl=1&r=la_movida.php
Tomada de: http://www.cervantesvirtual.com/bib_autor/Guillen/












Es una sangre orgullosa de negro; de negro americano que no oculta, que no se avergüenza de sus lejanos e imborrables ancestros africanos.
Así, en su poética habita el hombre negro, siempre en busca de su identidad. El aserto se trasluce en su poema Negro bembón:
¿Po qué te pone tan brabo, / cuando te dicen negro bembón, / si tiene la boca santa, / negro bembóm? / Bembón así como ere / tiene de tó; / Caridá te mantiene, te lo dá tó. / Te queja todavía, / negro bembón; / sin pega y con harina, / negro bembón, / majagua de drí blanco, / negro bembón; / zapato de dó tono, / negro bembón.
Bembón así como ere / tiene de tó; / Caridá te mantiene, te lo dá tó.
En el lenguaje de Motivos, por ejemplo, al reproducir el habla de los negros habaneros, “está implícito el deseo del poeta de recuperar la lengua perdida; la lengua de los vencidos. El Canto negro, de Sóngoro cosongo, es una verdadera incógnita literaria.
¿Encantamiento del poeta por la palabra? ¿Vestigios lingüísticos yorubas? ¿Deseo imperioso de refundar el mundo perdido, de restaurar la lengua ancestral aniquilada ante la imposición de otra, de donde se esfumara?”. En el poema Mulata, con aire de picardía y ternura, leemos:
Ya yo me enteré, mulata, / mulata, ya sé que dise / que yo tengo la narise / como nudo de cobbata. / Y fíjate bien que tú / no ere tan adelantá, / poqque tu boca é bien grande, / y tu pasa, colorá. / Tanto tren con tu cueppo, / tanto tren; / tanto tren con tu boca, / tanto tren; / tanto tren con tu sojo, / tanto tren.
Si tú supiera, mulata, / la veddá: / que yo con mi negra tengo, / y no te quiero pa ná!
Nicolás Guillén Batista, conocido simplemente como Nicolás Guillén, nació el 10 de julio de 1902, en Camagüey, capital de la provincia cubana del mismo nombre. Hijo del periodista Nicolás Guillén y de su esposa Argelia Batista Arrieta; debe su formación a su madre, ya que su padre, a quien evocaría mucho después en su intensa Elegía camagüeyana, murió en una revuelta política, en la agitada Cuba de 1917.
Terminó sus estudios de bachillerato en 1919, y en 1920 empezó a publicar sus versos en revistas como Camagüey Gráfico y Orto, de Manzanillo. En 1922 conforma un volumen de poesía de corte modernista, Cerebro y corazón, que sólo vería la luz cuando, medio siglo más tarde, aproximadamente, aparecen sus Obras completas. Este mismo año comenzó a estudiar Derecho en la Universidad de La Habana, la misma que abandonó, desencantado de la formación que recibía. Este desencanto lo plasmaría en el poema, Al margen de mis libros de estudio, texto publicado en el número inaugural de la revista Alma Mater. De regreso a Camagüey, Guillén organizó y dirigió la revista Lys, y desempeñó oficios como el de corrector de pruebas, redactor del diario El Camagüeyano y empleado del municipio de Camagüey.
En 1926, regresó a La Habana, obteniendo un trabajo en la Secretaría del ayuntamiento, pudiendo así desplegar su trabajo literario e intelectual. Por esa época conoció a Federico García Lorca y al gran poeta negro norteamericano Langston Hughes, cuya amistad influenciaría visiblemente la obra posterior de Guillén. En abril de 1930, escribió sus Motivos de son, que le dio celebridad y le permitió estrechar amistad con el otro gran poeta camagüeyano Emilio Ballagas. En 1931 publicó Sóngoro cosongo; poemas mulatos, un libro de altos niveles artísticos y bastante reflexivo sobre la cultura cubana, lo que le valió la ponderación de Miguel de Unamuno, expresada en una carta con fecha de 1932.
En 1934 apareció su poemario West Indies, Ltda. que da cuenta de su crecimiento intelectual, y lo orienta hacia posiciones cada vez más comprometidas y más críticas sobre el desequilibrio social y económico de su país.
Guillén viajó a México el 19 de enero de 1937, visita de honda repercusión en su obra, pues le permitió relacionarse con artistas como Silvestre Revueltas, José Mancisidor, Diego Rivera y Alfaro Siqueiros. Por la época publica el poemario de fuerte entonación popular Cantos para soldados y sones para turistas; también apareció en México su poema España. Poema en cuatro angustias y una esperanza.


En 1937, viajó a España, en plena guerra civil, para participar en el II Congreso Internacional de Escritores para la Defensa de la Cultura, celebrado en Barcelona, Valencia y Madrid. Allí se relacionó con lo más destacado de la vida intelectual del momento como Antonio Machado, Miguel Hernández, Pablo Neruda, Rafael Alberti, César Vallejo, León Felipe, Juan Chabás, Octavio Paz, Tristán Tzara, Anna Seghers, Ilya Ehrenburg y Ernest Hemingway.
De vuelta a Cuba, acompañado de León Felipe, soportó una situación difícil, entre otras razones porque el Partido Comunista se hallaba en plena ilegalidad y por la enorme inestabilidad económica y política del país.
Entre 1939 y 1941 el poeta consagró buena parte de su tiempo a una intensa labor política y cultural, y publica trabajos poéticos como: El son entero (1947), Elegía a Jesús Menéndez (1951), La paloma de vuelo popular (1958), ¿Puedes? (1961), Poemas de amor, Tengo (1964), El gran zoo (1969), Cuatro canciones para el Che (1969), Nueva antología mayor (1979), Todas las flores de abril (1993), España. Al alcance del sueño (1995). En 1983 recibe en Cuba el Premio Nacional de Literatura.
Su obra poética, verdadero canto al negro y a la libertad, llena de onomatopeyas, jitanjáforas y rimas agudas, sigue vigente, así su voz se haya apagado el 17 de julio de 1989, en su bella Cuba.
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Excelente página sobre N. Guillén : http://www.cervantesvirtual.com/bib_autor/Guillen/
Fotografías, tomadas de allí.
http://www.cervantesvirtual.com/bib_autor/Guillen/graf/album/img03.jpg
http://www.cervantesvirtual.com/bib_autor/Guillen/graf/album/img12.jpg
http://www.cervantesvirtual.com/bib_autor/Guillen/graf/album/img30.jpg
http://www.cervantesvirtual.com/bib_autor/Guillen/graf/album/img52.jpg
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Letras al sol
Mario Vargas Llosa, pionero del boom
París era, hacia los años sesenta, el destino anhelado de los noveles y jóvenes escritores y artistas latinoamericanos. ver detalle
Iván de J. Guzmán López* http://idejeguz.blogspot.com/ , * iguzman2007@une.net.co
EL MUNDO, MARZO 29, 2008. La Movida
http://www.elmundo.com/sitioweb/noticia_detalle.php?idcuerpo=2&dscuerpo=La%20Metro&idseccion=18&dsseccion=La%20Movida&idnoticia=80459&dsnoticia=Mario%20Vargas%20Llosa,%20pionero%20del%20boom&imagen=&vl=1&r=la_movida.php





http://www.eluniversal.com/2008/03/25/cul_ava_mario-vargas-llosa-e_25A1457039.shtml
El escritor peruano Mario Vargas Llosa recibió hoy (Marzo 25, 2008) de manos del Jefe del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires,




Mauricio Macri, el título de Visitante Ilustre, en la Biblioteca Pública Miguel Cané del barrio de Boedo (EFE)




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Es allí donde encontramos a Mario Vargas Llosa, en compañía de Julio Cortázar, Carlos Fuentes y Gabriel García Márquez. Los cuatro representaban, por esas calendas, la corriente renovadora en la novelística hispanoamericana conocida con el nombre de “el boom latinoamericano”, del cual Vargas Llosa era el representante más joven. Desde su primera novela, La ciudad y los perros (1963), alcanzó la fama literaria al ganar el importante Premio Biblioteca Breve, de Barcelona.




Sobre la citada novela, como asunto anecdótico, se cuenta que hacia 1960 el poeta y editor Carlos Barral, releyendo en su oficina de Seix Barral, en Barcelona, algunos de los originales que el informe de su lector editorial había desechado, se encontró inopinadamente con los manuscritos de la novela. El escritor J. J. Armas Marcelo, en su libro Vargas Llosa, el vicio de escribir, relata el hecho, así:

“Esa tarde -me contó Carlos Barral- había decidido pasarla hojeando algunos originales de las decenas que llegaban a la editorial Seix Barral con la ambición de ser publicados y que, por una u otra razón, suelen ser destinados al fracaso que acaba con muchos diletantes de la literatura para siempre. Entonces encontré La ciudad y los perros. Me bastaron sólo unas páginas para comprender que estaba ante una gran novela, ante un gran descubrimiento. No sabía nada del escritor, y lo primero que hice fue tratar de ponerme en contacto con él. Tenía que ir a París por aquellos días, y sabiendo que vivía allí le envíe un telegrama para encontrarnos y conocernos”.

Mario Vargas Llosa, hijo de Ernesto Vargas Maldonado y Dora Llosa Ureta, nació en Arequipa, Perú, el 28 de marzo de 1936. Antes de su nacimiento, la pareja se separó, por lo que a pocos días de su nacimiento fue llevado a la ciudad de Cochabamba, en Bolivia, donde vivían los parientes de su madre; allí vivió su infancia y cursó sus primeros años de estudio en el Colegio La Salle. Durante la presidencia de José Luis Bustamante y Rivero, su abuelo obtuvo un cargo político en la ciudad de Piura, por lo que hubo de regresar con su familia al Perú. En 1946 conoció a su padre, con quien mantendría una relación tormentosa y de poder. Este mismo año, la familia, incluido el padre, se trasladaría a Lima; algunas de estas circunstancias, aparecerían en 1966, en su libro, La casa verde.

Ya en la capital peruana, estudió en el Colegio La Salle y, durante dos años en el Colegio Militar Leoncio Prado. Precisamente, estas memorias como cadete en dicha escuela fueron reelaboradas en la ya citada La ciudad y los perros, con imágenes violentas, cuestionamientos morales y tensión dramática, constituyéndose desde su aparición en una de las expresiones más características de renovación en la novelística hispanoamericana.

Antes de terminar el colegio, Vargas Llosa se estrenó en el periodismo: Se retiró del colegio militar y ese último año lo cursó en la ciudad de Piura, donde trabajó en el periódico local, La industria, y se representó su primera obra dramática, La huida del Inca.

Durante la dictadura de Manuel A. Odría ingresó a la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, donde adelantó cursos de Derecho y terminó la carrera de Letras. En la experiencia de los oscuros años del dictador Odría (1948-1956) se recrea Conversación en la Catedral (1969), un vasto análisis de los círculos del poder, el mundillo del periodismo amarillo y los cabarés de mala muerte.

Su vocación de escritor se ponía de manifiesto, a la par que la de periodista. En 1958 ganó la beca de estudios «Javier Prado», mediante la cual pudo viajar a Madrid al año siguiente.

Cursó estudios de doctorado en la Universidad Complutense de Madrid, obteniendo el grado de Doctor en Filosofía y Letras. Luego de doctorarse se trasladó a París. En 1959 publicó un conjunto de cuentos bajo el título de Los jefes, que obtuvo el «Premio Leopoldo Alas».En 1965, contrajo matrimonio con su prima Patricia Llosa con la que tuvo tres hijos: Gonzalo, Álvaro y Morgana. En 1974 regresó al Perú e hizo incursiones en el periodismo televisivo como conductor del programa político «La Torre de Babel».

En 1990 participa como candidato presidencial, circunstancia que recrea, en 1993, en su libro de memorias El pez en el agua, al que le siguieron: Los cuadernos de don Rigoberto (1997), El paraíso en la otra esquina (2003) y La tentación de lo imposible, ensayo que resume el curso dictado en Oxford sobre la novela Los miserables de Victor Hugo. La novela La fiesta del chivo (2000) fue llevada al cine en forma exitosa; en mayo de 2006 presentó su obra Travesuras de la niña mala. Sus obras de ficción, ensayo, teatro, periodismo y crítica literaria suman más de sesenta trabajos traducidos a muchos idiomas en decenas de países.

Entre sus galardones, tenemos el Biblioteca Breve (1962), Premio de la Crítica (1964,1967), Rómulo Gallegos (1967), Príncipe de Asturias (1986), Planeta (1993), Cervantes (1994), FDDB (1996) y Grinzane Cavour (2004). En 1995, fue elegido académico de número de la Real Academia Española, y en 1996 leyó su discurso de ingreso sobre Azorín. La riqueza de su idioma, sus formas de expresión, su continua presencia en el debate sobre asuntos relativos a la libertad, violencia, censura y justicia, lo hacen hoy en día, una de las personalidades intelectuales más activas e influyentes del mundo.

En Vargas Llosa hay una vocación definitiva de escritor, vocación que, como confiesa en sus memorias El pez en el agua (1993), “surgió casi como una rebelión contra la autoridad paterna y pronto se convirtió en la temprana certeza de que su destino estaría marcado por el ritmo del tableteo de una máquina de escribir”.
* iguzman2007@une.net.co
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Mario Vargas Llosa. Web Oficial.
http://www.clubcultura.com/clubliteratura/clubescritores/vargasllosa/home.htm
Otras información
http://es.wikipedia.org/wiki/Mario_Vargas_Llosa

DIAPOSITIVAS DEL BOOM LATINOAMERICANO

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LETRAS AL SOL
Señor de la vida y de las letras
Las ideas siempre han sido -y seguramente lo seguirán siendo, quiera Dios- el motor de los pueblos.
IVÁN DE J. GUZMÁN LÓPEZ**iguzman2007@une.net.co , http://idejeguz.blogspot.com/
EL MUNDO, Medellín Marzo 15, 2008, ver detalle
http://www.elmundo.com/sitioweb/noticia_detalle.php?idcuerpo=2&dscuerpo=La%20Metro&idseccion=18&dsseccion=La%20Movida&idnoticia=79419&dsnoticia=Señor%20de%20la%20vida%20y%20de%20las%20letras&imagen=&vl=1&r=la_movida.php
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Consecuente con el aserto anterior, y apoyado en la magnífica biografía hecha por Jorge Emilio Sierra, intitulada Jaime Sanín Echeverri, un Humanista Integral, puedo afirmar que el doctor Jaime Sanín Echeverri fue pionero del subsidio familiar y artífice de las Cajas de compensación familiar cuando, a partir de su ensayo ¿Es posible en Colombia el salario familiar?, publicado a mediados del siglo pasado, y tras una intensa campaña que finalmente recibió el apoyo de la Andi, gremio presidido entonces por José Gutiérrez Gómez, «Don Guti», nació, en 1954, la primera Caja de compensación familiar de Colombia: Comfama.




La referencia inicial que tuve del doctor Jaime Sanín Echeverri data de la década del 70 siendo yo un estudiante pueblerino, oteador de horizontes y tocado ya por el finísimo y definitivo tul de la literatura. Dicha referencia fue, cómo no, su celebrada novela Una Mujer de cuatro en conducta (1948), la historia de la joven Helena Restrepo, campesina de Santa Elena, hija de Marco Antonio, un agricultor pobre, analfabeta y recatado.

Helena sale de su tierra como consecuencia del abandono del campo, las leyes del mercado -que para entonces ya hacían estragos- y el espejismo de la ciudad, en 1936, bajo la presión demográfica, el desordenado crecimiento urbano y la sempiterna violencia colombiana. Al perder su trabajo como empleada doméstica, por el solo delito de conservar la foto del joven de la casa, recala en una fábrica donde es asediada por compañeros y empleados. Embarazada, se encuentra en la calle; con su niño, termina de mesera en bares y cantinas hasta la llegada de un rico mecenas, por cuya muerte resulta enjuiciada. Al final de la novela, el hijo se enrola en una comunidad religiosa y ella aparece en un convento.

Escritores del caletre de Otto Morales Benítez, Abel Naranjo Villegas, Javier Arango Ferrer y Manuel Mejía Vallejo, están de acuerdo en afirmar que Una mujer de cuatro en conducta constituyó el primer intento de novelar la ciudad y una de las más importantes novelas colombianas en su género “porque con un mínimo de materia narrada logra el máximo de expresión y es un texto que muestra de cerca las pasiones, sentimientos, luchas y agonías que atenazan la vida de los hombres de provincia y los transciende para dejar entrever lo que ellos tienen de universal”.

Nacido en Rionegro, en 1922, el doctor Jaime Sanín Echeverri se presenta a nuestros ojos como un verdadero humanista: Abogado, educador, académico, escritor, periodista, diplomático, rector de la Universidad de Antioquia y cofundador del Sena. Redactor de El Pueblo, director de la revista Arco, Cónsul de Colombia en Génova y miembro de la Academia Colombiana de la Lengua. Autor de: El estudio y la cuestión social (1934); Las misiones en Colombia (1938); la citada Una mujer de cuatro en conducta (1948); Palabras de un viejo maestro (1949); Crónicas de Medellín (1950); el mencionado ensayo ¿Es posible en Colombia un salario familiar? (1953); ¿Quién dijo miedo? (1960); Acercamiento a la Universidad (1961); Palabras de un viejo colega (1964); La universidad nunca lograda (1971); Emilio Robledo (1974); La chozna tortuga (1976); Ospina supo esperar (1978); El obispo Builes (1988). Su más reciente obra: Jesús el de José, es una bella apología. Recibió reconocimientos como la estatuilla Ciencia y Libertad y la medalla Agustín Nieto Caballero, que compartió con el escritor venezolano Arturo Uslar Pietri y el científico Colombiano Rodolfo Llinás.

A propósito de su humanismo, bonhomía y don de gentes, el poeta Hernando García Mejía, en una tarde de deliciosos paliques en que regresábamos de Rionegro luego de una conferencia al alimón, me confió la reveladora historia de cómo su primer empleo como corrector de prueba en la desaparecida Editorial Bedout, reemplazando nada más ni nada menos que a don Benigno A. Gutiérrez, se lo debe al doctor Jaime Sanín Echeverri cuando éste era director del Sena. La anécdota apareció, 46 años después, en su libro autobiográfico Salvado por los cuentos, memorias de infancia, juventud y literatura, publicado en septiembre de 2006 por Ghana Editores; en él, se lee:

“Detrás de un inmenso escritorio de refulgente caoba había un hombre blanco, de aspecto noble, cuya edad frisaría los cuarenta años. Me acerqué y le extendí la mano, que estrechó con gesto benévolo y casi paternal.

Ya sentado, completamente distensionado y conversando con tranquilidad, le hablé de su novela, de mi reciente llegada a la ciudad en busca de trabajo, de mi afición impenitente por la lectura, de mis escritos...

Escuchándome con tanta atención como curiosidad, me preguntó si traía, por casualidad, alguno de los tales escritos.

-Sí, doctor -contesté, feliz de haber tenido la precaución de echarme uno al bolsillo del saco antes de salir.

-Déjeme verlo, por favor.

Oprimió un timbre, pidió un par de tintos y se concentró en la lectura. Al terminar sacó una estilográfica y, corrigiendo algo en el manuscrito, dijo:

-Tiene buena madera, joven...

-Gracias, doctor -respondí...

Al cabo de un rato me preguntó en dónde aspiraba a trabajar.

-En la Editorial Bedout o en El Colombiano -respondí.

Sonrió, no sé si por mi atrevimiento o por la coherencia entre aptitud y aspiración. (...)”

El doctor Sanín Echeverri, señor de la vida y de las letras, murió* el primero de marzo de 2008, en Bogotá, seguramente con la alegría de saber que nos dejaba una buena herencia de humanismo y un buen legado literario.
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* Murió en Bogotá Jaime Sanín Echeverri www.elcolombiano.co
http://www.elcolombiano.com/BancoMedios/Imagenes/COLjaimesaninecheverrifallecio01032008.jpg
JAIME SANÍN ECHEVERRI 1 MEDELLÍN: INICIO A UNA MODERNIDAD TRAUMÁTICA
Me dio Medellín el amor que / me ha acompañado fiel hasta / la vejez. Jaime Sanín Echeverri2
Augusto Escobar Mesa, Universidad de Antioquia, aescobarm49@hotmail.com http://www.colombiaaprende.edu.co/recursos/superior/handle/literaturacolombiana/pdf_files/tema6.pdf
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COLUMNAS DE
MARZO Y ABRIL 2008
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Hay noches en que, tras el tráfago del día, nos sentamos solazadamente en un sillón de la biblioteca hogareña y empezamos a observar con atención a nuestros mejores e incondicionales compañeros de viaje: los libros. Parece que cada uno de ellos, con su título, su autor y sus características editoriales, nos mirara a los ojos de forma sugerente. Hace poco mis ojos se encontraron con el entrañable libro titulado Las florecillas de san Francisco.
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IVÁN DE J. GUZMÁN LÓPEZ* mailto:*iguzman2007@une.net.co , http://idejeguz.blogspot.com/
EL MUNDO, Marzo 8, 2008
http://www.elmundo.com/sitioweb/noticia_detalle.php?idcuerpo=2&dscuerpo=La%20Metro&idseccion=18&dsseccion=La%20Movida&idnoticia=78800&dsnoticia=Las%20florecillas%20de%20San%20Francisco&imagen=&vl=1&r=la_movida.php

Pequeño en su volumen, pero de una gran dimensión espiritual y literaria, el texto está dividido en 53 capítulos donde se narran historias breves (de no más de 2 cuartillas cada una), que cuentan las aventuras, hechos, vida y obra de San Francisco de Asís y sus doce frailes. El opúsculo abre con un bello retrato espiritual y físico del Pobrecillo de Asís, escrito por Tomás Celano, y continúa con un sobrio poema de alabanza al Señor, por las criaturas, por el sol, la luna y las estrellas; por el viento, el aire, el fuego y la madre tierra; por los que perdonan, por los que viven la paz y la muerte corporal.

Este breve escrito, que cuenta casi setecientos años, nació en latín con el nombre de Actus Beati francisci el sociorum eius. Esta recopilación obedece a la tradición oral mantenida viva por el amor de los frailes contemporáneos y más allegados al santo de Asís y por aquellos que lo conocieron y guardaron sus recuerdos. Un fraile marquesano (de la provincia de Las Marcas) obedeció a la necesidad de escribir estos recuerdos para asegurarlos a la posteridad. Más tarde, en el siglo XlV, cuando el latín vulgar había recibido con Dante Alighieri su bautismo literario, otro fraile seleccionó veinticuatro capítulos de los Actus, y los tradujo intitulándolos Florecillas, según la costumbre medieval que llamaba Floretum a la selección de los mejores pasajes de una obra.

El capítulo primero es una reveladora comparación entre la vida de Cristo y la de San Francisco: “... Cristo en el principio de su predicación, eligió doce apóstoles para que despreciaran todas las cosas del mundo y siguieran su ejemplo en la pobreza y en otras virtudes; así, San Francisco eligió desde el principio de la fundación de la Orden doce compañeros poseedores de la altísima pobreza...”

El capítulo segundo cuenta de cómo se convirtió fray Bernardo de Asís, el primer compañero de San Francisco... Y así, mediante un lenguaje sencillo, transparente y no exento de giros poéticos, el libro narra, hasta llegar al capítulo quincuagésimo tercero, el último, las más extraordinarias, místicas y divertidas historias, sucesos y aventuras, donde encontramos a un San Francisco muy cercano a Dios, pero también en estrecha convivencia y comprensión con los hombres, como en el apartado aquel del “santísimo milagro que hizo San Francisco” cuando convirtió al feroz lobo de Agobbio:

“...San Francisco se encaminó resueltamente hacia el lugar donde estaba el lobo. Cuando he aquí que, a la vista de muchos de los habitantes, que habían seguido en gran número para ver este milagro, el lobo avanzó al encuentro de San Francisco con la boca abierta; acercándose a él, San Francisco le hizo la señal de la cruz, lo llamó a sí y le dijo: ¡Ven aquí, hermano lobo! Yo te mando, de parte de Cristo, que no hagas daño ni a mí ni a nadie. ¡Cosa admirable! Apenas trazó la cruz San Francisco, el terrible lobo cerró la boca, dejó de correr y, obedeciendo la orden, se acercó mansamente, como un cordero, y se echó a los pies de San Francisco...”

O aquel capítulo enternecedor en el cual Francisco domesticó a las tórtolas salvajes; o ese otro, revelador y prodigioso, narrado con sencillez y belleza, donde un joven fraile presenció un encuentro sobrenatural y divino:
“... Al poco rato despertó el joven fraile, y, al ver el cordón desatado y que San Francisco se había marchado, se levantó también él y fue en su busca; hallando abierta la puerta que daba al bosque, pensó que San Francisco habría ido allá, y se adentró en el bosque. Al llegar cerca del sitio donde estaba orando San Francisco, comenzó a oír una animada conversación; se aproximó más para entender lo que oía, y vio una luz admirable que envolvía a San Francisco; dentro de esa luz vio a Jesús, a la Virgen María, a San Juan el Bautista y al Evangelista, y una gran multitud de ángeles, que estaban hablando con San Francisco. Al ver y oír esto, el joven cayó en tierra desvanecido”.

O el otro, lleno de gracia y salpicado de humor, donde se narran las ocurrencias del fraile más ingenuo del que se tenga noticia: fray Junípero (quien dio origen a la famosa tira cómica del mismo nombre), cuando decide aparecer montando un columpio por parecer más humilde ante los hombres y “gozar” de la burla de éstos.

así, pues, independiente de la religión que se profese o de la religiosidad propia del lector, adentrarse en las 53 aventuras, hechos y milagros de san Francisco y sus doce frailes, es una deliciosa experiencia que hermosea el espíritu y permite ver -de contera- un claro ejemplo de pulcritud, precisión y sencillez en el uso del idioma.

Algo hace que Las florecillas de San Francisco siga siendo una de las obras maestras de la literatura universal, traducido a todas las lenguas del mundo y editándose sin cesar. Tal vez sea que en él encontramos la ingenuidad, la ternura y la mansedumbre que apacigua el espíritu, tan difícil de encontrar en nuestro tiempo, más aun en muchos desafortunados gobernantes, gárrulas y ferinos, que socarronamente desprecian la Paz que San Francisco predicaba con singular vehemencia.
iguzman2007@une.net.co

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http://www.franciscanos.org/florecillas/menu.html Texto completo de "Las florecillas ..."
http://www.franciscanos.org/florecillas/benlliure01.jpg
http://www.sanpiodapietrelcina.org/espanol/florecillas.htm
http://www.songtranslator.net/wiki/wiki.php?title=San_Francisco_de_As%C3%ADs
http://www.songtranslator.net/wiki/wiki.php?title=San_Francisco_de_As%C3%ADs
http://es.wikipedia.org/wiki/Francisco_de_As%C3%ADs





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Letras al sol
Amado Nervo, el poeta amado
En mi época de niño, las cartillas eran libros bellos, de tapas gruesas, bien encuadernados e impresos y con múltiples ilustraciones, tan iluminadas y tan íntimas, que tenían la virtud de poblar el corazón de ternura y la mente de letras que servían para escribir “papá”, y decir “mi mamá me mima” con un sonido especial, como el que tiene la lluvia cuando el corazón está contristado.
Iván de J. Guzmán López , iguzman2007@une.net.co , http://idejeguz.blogspot.com/

EL MUNDO, Medellín, Sábado , 1 de Marzo de 2008 ver detalle
http://www.elmundo.com/sitioweb/noticia_detalle.php?idcuerpo=2&dscuerpo=La%20Metro&idseccion=18&dsseccion=La%20Movida&idnoticia=78152&dsnoticia=Amado%20Nervo,%20el%20poeta%20amado&imagen=&vl=1&r=la_movida.php





Eran libros –supongo que aún lo son- hechos con el amor de verdaderos artistas y buenos pedagogos que conocían a la perfección la psicología de los niños y se dirigían a su inteligencia, a su imaginación y a su sed de párvulos asomados al mundo.
En esas cartillas nunca faltaban poetas tan grandes como Rubén Darío, Francisco Luis Bernárdez o Juan Crisóstomo Ruiz de Nervo, conocido por todos como Amado Nervo. Vamos a centrar la añoranza en Amado Nervo. Sobre su nombre, en una de sus dos cortas autobiografías, dice el poeta mejicano: “Nací en Tepic, pequeña ciudad de la costa pacífica, el 27 de agosto de 1870. Mi apellido es Ruíz de Nervo; mi padre lo modificó, encogiéndolo. Se llamaba Amado y me dio su nombre. Resulté, pues, Amado Nervo, y, esto que parecía un seudónimo -así lo creyeron muchos en América-, y que en todo caso era raro, me valió quizá no poco para mi fortuna literaria. ¡Quién sabe cuál habría sido mi suerte con el Ruiz de Nervo ancestral, o si me hubiera llamado Pérez y Pérez”.

Sus estudios primarios los adelantó en escuelas humildes de su ciudad natal; al morir el padre, su madre lo envió a estudiar al colegio de Padres Romanos en Michoacán. Quiso seguir la carrera de abogado, pero terminados los pocos ahorros que dejó su padre, debió volver a Tepic, a trabajar para ayudar a sostener la familia, muy numerosa por cierto. Al poco tiempo marchó a Mazatlán, donde escribió, en el Correo de la Tarde. En 1894 viajó a la capital, donde sobrevivió desempeñando los más disímiles y modestos oficios, hasta abrirse espacio en el competido mundo literario de la época en Ciudad de Méjico.
Su nombre empezó a figurar tras la publicación de su primera novela corta: El Bachiller, según dijo el poeta “por lo audaz e imprevisto de su forma, y especialmente de su desenlace. Ocasionó en América tal escándalo, que me sirvió grandemente para que me conocieran”. Perlas Negras, su primer libro de versos, la obra de adolescencia, fue publicado en 1898, seguido de Místicas, en el mismo año, y que lo situó entre los mejores poetas jóvenes y sin rival alguno dentro de la poesía religiosa.









Como todos los poetas de entonces, amaba París, ciudad a la que llegó en 1900 como corresponsal de El Mundo. Fue por esta época cuando conoció al gran amor de su vida, Ana Cecilia Luisa Dailliez, su dulce mujer por más de diez años y cuya muerte, acaecida el 7 de enero de 1912, dio origen al extraordinario libro de versos La Amada inmóvil. París fue la ciudad del encuentro con Verlaine, Moreas, Wilde y todos los poetas hispanoamericanos, iluminados con su luz; allí selló su amistad eterna y fraternal con Rubén Darío.
En 1902, ya de regreso en México, publicó su hermoso libro de poemas llamado El éxodo y las flores del camino, al igual que Lira heroica. Para 1903, ya era el poeta más grande de su patria. Este año vio la luz el libro Los jardines interiores, de gran belleza y éxito editorial. En 1905 inició su carrera diplomática como secretario de la Legación de México en Madrid, al que pronto hubo de renunciar por la situación política de su patria. En 1919 le fue restituida la investidura diplomática, siendo enviado como Ministro Plenipotenciario ante los gobiernos de Argentina y Uruguay, países en los cuales fue recibido con incontables muestras de admiración y afecto.
Sus publicaciones aparecieron en El Mundo Ilustrado, El Nacional, El Mundo, El Imparcial y en las mejores revistas literarias de la época, al igual que en todos los países de habla hispana. Su producción, abundante y llena de figuras y simbolismos, a la manera del naciente Modernismo, está compuesta de cuentos, semblanzas, artículos humorísticos, reseñas de teatro, artículos dialogados, crítica de libros, crónicas y muchos versos. Versos llenos de ternura, como aquellos que aún recuerdo en la bruma de los años y en las páginas inefables de mi cartilla:
“¡Tan rubia es la niña, / que cuando hay sol no se la ve! / Parece que se difunde / en el rayo matinal, / que con la luz se confunde / su silueta de cristal / tinta en rosas y parece / que en la claridad del día / se desvanece / la niña mía.
Si se asoma mi Damiana / a la ventana, y colora / la aurora su tez lozana /
de albérchigo y terciopelo, / no se sabe si la aurora / ha salido a la Ventana / antes de salir al cielo. / Damiana en el arrebol / de la mañanita se diluye y, si sale el sol, / por rubia... no se la ve.”
Murió en Montevideo, Uruguay, el 24 de mayo de 1919; el retorno de sus restos mortales a su patria y sus funerales, constituyeron un acto apoteósico. Sus despojos yacen en el corazón de los hispanos y en la Rotonda de los Hombres Ilustres de México.





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